Psicóloga Vanesa Pérez Padilla

Cuidador cansado. Síndrome del cuidador

Síndrome del cuidador

El Síndrome de sobrecarga del cuidador o cuidador quemado se da en quienes dedican gran parte de su tiempo a cuidar de personas dependientes y se caracteriza por ser un estado anímico de agotamiento, tanto físico como emocional.

El principal perfil de cuidador en España es de una mujer que se encuentra entre los 45 y 64 años de edad y que habita en la misma vivienda que la persona cuidada. De hecho, el 80% de cuidadores viven con la persona a la que prestan cuidados, lo cual suele implicar un parentesco familiar directo

Cuidar y atender las necesidades de un familiar supone enfrentarse a cambio de planes de vida, gestión de emociones muchas veces ambiguas, un proceso por delante en el que la incertidumbre es una constante, la sensación de que nunca se está preparado y que cada día es un aprendizaje continuo, frustración y la sensación de no llegar a todo lo que se tiene que hacer …

 

Es lo que se conoce como el síndrome de sobrecarga del cuidador o síndrome del cuidador “quemado”, un estado de agotamiento, tanto emocional como físico, que experimentan las personas que dedican gran parte de su tiempo al cuidado de una persona dependiente. Si, además, se añade el agravante emocional de sentir que se pierde en vida la esencia de un ser querido, como sucede en el caso del Alzheimer o enfermedades degenerativasl, la vivencia es aún más difícil de gestionar.

 

La persona cuidadora puede llegar a verse tan desbordada por las circunstancias que acaba relegando a un segundo plano su propio cuidado emocional y físico. ¿Cómo dedicar tiempo a pareja, hijos, amigos, trabajo? ¿Cómo seguir haciendo las mismas cosas de antes, disfrutar de las actividades que le resultaban placenteras en esta situación en la que a veces la noche y la mañana se solapan sin descanso?

 

Así, lo primero que se hace para intentar gestionarlo todo es renunciar a ese tiempo propio, con el elevado riesgo de entrar en una situación de aislamiento social.

 

Además, cuando el cuidado recae en una única persona se puede sentir no solo impotencia sino rabia hacia otros familiares con sentimientos de abandono.

 

Y la culpa, por sentir que no se está haciendo lo suficiente, aunque objetivamente sea imposible hacer más.

 

Todo este conjunto de emociones, sensaciones y pensamientos no solo pueden acabar desembocando en problemas psicológicos sino también físicos. De hecho, cerca de un 90% de los cuidadores presentan alguna afectación del estado de ánimo, como apatía, irritabilidad, ansiedad o trastornos depresivos. También pueden sufrir dolores musculares o de cabeza, alteraciones del sueño o desajustes gastrointestinales, o desarrollar cuadros desarrollados con dolor al cronificarse malestares físicos derivados de la propia labor del cuidado sumados al agotamiento, la falta de descanso, el estrés sostenido, etc.

 

En conclusión, si un cuidador presenta algunos de estos síntomas es probable que estemos ante una sobrecarga que debe gestionarse lo antes posible:

  • Disminución o abandono de las aficiones.
  • Desinterés por vivir nuevas experiencias.
  • Aislamiento social.
  • Elevada irritabilidad.
  • Dolores o molestias sin tener ningún problema de salud aparente.
  • Cansancio persistente.
  • Problemas de sueño.
  • Consumo de ansiolíticos y/o antidepresivos.
  • Niveles de estrés y/o ansiedad elevados.

Es importante detectar cuanto antes las manifestaciones del síndrome del cuidador para actuar y procurar reconducir la situación.

 

*Si te encuentras en esta situación, escríbeme y podremos trabajar para mejorar tu bienestar y calidad de vida. Porque para cuidar a otros es necesario cuidarse.

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